Humilde y Amado Padre Pío
Enséñanos también a nosotros, la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el padre prometió revelar los misterios de su reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente a los pobres y en los que sufren el rostro del mismo Jesús.
Trasmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
"S.S. Juan Pablo II"